martes, 18 de septiembre de 2012


# Dieciocho. El mes dieciocho, en el día dieciocho. Una llamada a las 00:00, no lo esperaba, creerme que no. Su voz, al otro lado del teléfono, y repentinamente un cúmulo de sensaciones indefinidas por segundos. Como aquella primera vez en los bancos de abajo de mi casa. Inimaginable. Como si miles de voltios corriesen apresuradamente con una única meta, mi corazón. Hace tiempo que no hay imposibles. Hace días que no existe un NO. Avanzamos como pareja, como personas, como seres. Y crecemos y crecemos, de tal manera que el mundo a nuestros pies parece más pequeño, más imperceptible. Me nombras, me besas en la distancia, me haces llorar, de esas veces en las que las palabras se quedan al filo de mi garganta sin atreverse a salir. De esas veces que me llegas, que me emocionas como nadie antes. Me tiemblan los dedos al intentar definir, percibir, algo tan inalcanzable y a la vez tan cercano. Eres impredecible, como la primera gota de una tormenta. Nunca se sabe dónde cae, pero siempre cae. Eres como un suspiro de esos a las ocho de la mañana de un mes de Enero, que cala el frío hasta los huesos. Intensamente, pero que se siente tan dentro, que por mucho que una se esfuerce no se va, siempre sigue latente esperando ser descubierto de nuevo. Esperando ser recordado. Esperando ser sentido. Como nunca. Como siempre. Me faltan latidos a la cita. A la cita de encontrarte de nuevo, entre tantos progresos y otros tantos retrocesos, pero siempre, JUNTOS.
Es la primera vez en todo este tiempo que mis dedos no saben que dirección tomar, no por miedo que va. Quizás por la ambición de abarcar algo tan exquisito. Algo tan magnífico, tan.. Único.
Puedo afirmar que en todos estos años no he tenido otra ilusión, otra meta, que quererte quizás menos de lo que hoy lo hago. Pero la cosa cambia cuando llegas tú con toda esa esencia, toda esa magia que desprendes y entonces no hay escondites o lugares donde mi corazón pueda esconderse. Es más, puedo atreverme a decirte que es él mismo quien sale a tu encuentro. Al encuentro de todo ese universo que te forma. A toda esa magnificencia que amo por encima de mi misma. De mi propia razón o principios.
Eres como la ambición de todo sueño. Siempre me quedo con ganas de ti.
Eres el todo de mi todo. Toda espectativa a tu lado empequeñece. Haces que todo sea fácil. FÁCIL. ¿Sabéis lo difícil que es eso en mi vida? Pues aún así, el llega y con una sonrisa lo consigue.
Me faltan abrazos que me permitan expresar, caricias que me permitan asemejar todo esto. Prefiero no ponerle nombre, ya que todo se le quedaría excesivamente diminuto.
Es taanto. Eres tanto Alejandro Cortés Tinoco que como te he dicho muchas veces, el día que me faltes, al minuto no sabré con qué pie empezar a volver a caminar. Eres mis manos y mis ojos. Eres más que la vida misma. Más que cualquier nombre o significado. Más que el propio verbo SENTIR. Eres mi alegría, mis ganas de vivir, de aprender, de conocer, de AMAR.
Eres lo más grande que ha podido ofrecerme la vida y lo más infinito que poseeré. Eres mi dieciocho, mi gran sonrisa eterna. Mis ganas de aspirar a más. A ser mejor persona.



Hoy seré tú y tú, serás yo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Eres lo más bonito que tengo alrededor.


# Me resulta inevitable, completamente inevitable no sentirme así. Quizás el amar por encima de tantas capacidades y prejuicios, de tantas envidias y realidades envueltas con mentiras, quizás no todos puedan sentirse así, quizás no todos corran la misma suerte. Pero como yo sí corro el riesgo de sentirme así, quiero que lo sepáis. Que siempre aparece con esa puta sonrisa, siendo el único hecho correlativo que hace que todo parezca fácil. Que no me importan los abrazos, o las miradas desconocidas. Unos cuantos me dirán que me ven mejor y otros pocos me criticarán por el hecho de ser yo misma. Pero lo de él es diferente. Que no cambio por nada esa medida de abrazo justita, que me hace daño en las costillas, me corta la respiración y me deja la típica cara de tonta, con la típica sonrisa de una chica de diecisiete años enamorada, hasta las trancas. No sé cómo cojones lo hace, pero lo que sí sé, es que es el único capaz de conseguirlo. Que con sus brazos rodeando mi cintura cada domingo, o un martes cualquiera en París, estoy más que servida. Que no hay día en el que no vea sus ojos verdes con tonos marrones entre la mirada de la gente. Y os puedo asegurar que no existe sensación más increíble, que cuando fabrica mapas con los lunares de mi espalda, cuando me roba besos mientras me hago la dormida, o que no hayan inventado nada mejor que sus piernas entrelazadas con las mías, para cuando haga frío. Sí, esa sensación... Que le mande un vídeo de Lucas y Sara y me diga por whatsapp: -Sabes que pasa neni? Y en ese momento tener los latidos en vilo, pensando en que lo que está escribiendo, romperá mis esquemas, volverá a perderme como en esas otras muchas veces anteriores y me diga: Que nuestra historia es mucho mejor, no crees? Y saber que no hay nada mejor, que tenerle, que poder contar con él. Que me abrace cuando todo valla bien, y me empuje cuando todo valla como el culo. Que cuando me pierda, me encuentre. Que me bese la frente como diciéndome, estoy aquí. Y que me diga que soy una cría caprichosa, una inmadura, pero con una sonrisa, por la que alguien se levantaría todos los putos días. Que me vea guapa a las ocho de la mañana de un lunes cualquiera de resaca. Y que me haga reír a carcajadas, de esas que hacen que me duela la barriga, cuando más enfadada esté. Que tiene sus fallos, sí, no es perfecto como lo describo, es más, es tan imperfecto, que no puedo describirlo ni tan si quiera un ápice a como es de verdad. Que va, uuuf, eso es algo prácticamente imposible. Que no le cambio por nada, por nada de este maldito mundo. Con sus idas y venidas, con sus locuras y sus momentos cuerdos, de lucidez, de esa felicidad infinita...A ver, como explicarlo, sí... ¿Cómo esa sensación que se siente justo después de hacer el amor? Sí, esa que te entra por la espalda, llega a tu cerebro y te dibuja una sonrisa de oreja a oreja inexplicablemente; ¿esa sensación, que por muy feo que sea lo que te digan en ese momento, no importa,  porque todo te parece demasiado perfecto? pues esa.


Puede que muchos no lo entendáis, pero, creerme que es la mejor sensación del mundo; como tirarse al vacío sin pensar en lo que viene después, como dejándote llevar, como en el aire, sin ver, ni oír, ni degustar, ni oler, sólo limitándote a sentir, a dejarte ser en ese momento, la otra persona. Pues eso es lo más parecido a sentirse a enamorado. Eso es lo más parecido a sentirse como yo hago justamente en este momento.


Siempre;