lunes, 25 de abril de 2011

Mi historia;




-Una tarde de Abril, alejada del ruido de los coches que sucumbe la ciudad.

Ella, tan vacía como hacía escasamente unas horas, envuelta en la lectura de un nuevo libro: ''Canciones para Paula''. Algo risueña, soñadora de un mundo diferente, un mundo que durante toda una semana le había hecho soñar, casi imperceptiblemente, pero tan real como la soledad que hoy reinaba su vida. Perdida entre renglones nuevos, inexpertos, con un semblante algo lóbrego, su pelo rizado y castaño era libre, capitán de una brisa inexperta, iluminado por ese rayo de sol que despedía una tarde tan triste como ésta. Estrella, se encontraba cohibida por la situación, recordando justo el día antes, donde a la misma hora, compartía los mejores besos con el amor de su vida, ese amor que había descrubido hacía escasamente dos largos meses. Alejandro, pensaba, ¿Qué hará ahora?, ¿Pensará en mí?...Y por un momento abandonaba esa lectura tan emocionante que recoría su mirada, y se dejaba llevar en una nueva experiencia, en un nuevo sentimiento, una nueva sensación: la añoranza. Añoraba el calor de sus abrazos, los besos que toda esa larga semana habían sido los protagonistas de su vida, de su día a día, quizás el único motivo para sonreír en aquellos días tan nublados, ahora tan lejanos como el tiempo.
Y recuerda el sonido de su risa, el olor de su piel y esa sensación que estremecía cada una de sus terminaciones nerviosas al obtener de el la más hermosa caricia.
Alejandro, otra vez en su mente, se paraba a pensar en cada tramo de su piel, en su mirada verde, con tonos marrones que tanto amaba, en su voz, en como habían encajado a la perfección sus manos, desde aquel 18 de Marzo. Pensaba en la de momentos que ya había pasado junto a él, e imaginaba todos aquellos que aún vivirían juntos. Y de repente le viene a la cabeza esa pregunta: ¿Te quieres casar conmigo?, y sin pensarlo o programarlo una tímida y amplia sonrisa ilumina su rostro. Esa pregunta que había sido el ingrediente perfecto en todas aquellas tardes juntos, cada día se la preguntaba con una sonrisa y casi automáticamente ella respondía segura de si misma: Sí, para siempre; Y como dos niños pequeños, cuan una piruleta en sus manos, hechaban a reír, olvidando toda la falsedad que inundaba al mundo, olvidando todo tipo de adversidad o impedimentos al estar juntos. Y dulcemente recordaba sus largas charlas junto a él, hablando de su viaje de novios, de su boda en las playas de ibiza, los dos de blanco, bronceados por el nuevo sol que enunciaba a un hermoso verano, y sin olvidarse de aquellos hippies desconocidos que acturían como testigos de su boda. Y de repente echa a reír, sin condiciones, sin importarle nada, a bocajarro. Exhala lentamente un poco de aire, cierra los ojos y tímidamente, una dulce sonrisa suspicaz alegra su cara de niña.
Abre los ojos y baja al mundo, de repente una fría sensación recorre su cuerpo y su mente al mismo tiempo: Él ya no está, y tristemente se ve sometida a una rutina que había olvidado en aquella semana junto a él. 200 kilómetros, distancia, maldita distancia pensaba. Lunes, aún era lunes y le quedaban cuatro largos días para verle, no creía que esa semna ahora ya fuese parte del pasado, y parece ayer, cuando en aquel parque, después de doce días sin verse Alejandro fue a por ella, y corriendo, se echó en sus brazos y los dos se consumieron en un beso eterno, paralizando cualquier instante, reduciendo un presente inédito a ese momento tan indescriptible, bajo la atenta mirada de conocidos y desconocidos envidiosos de un amor tan inalcanzable como ese, como el que Estrella y Alejandro compartían.
Y de repente se siente sola, más que nunca, intentado sin éxito calmar esa penumbra que la consumía. Cuánto le echaba de menos, y lo peor de todo es que sólo era el comienzo, el comienzo de una dura semana, y desea desapareer, desea olvidar, retroceder el tiempo a esa semana juntos, sin nadie de por medio, sin distancias, ni impedimentos y volver a escuchar aquellas dos palabras, donde ha dejado de ser completamente ella en incontadas ocasiones... Es lo único que necesita, lo único que pide, ese dulce y hermoso: TE QUIERO.
Vuelve a su lectura, intentando olvidar ese pensamiento,intentando sacar de sí ese sentimiento...Sólo queda una hora para hablar con él, una escasa hora para volver a escuchar su voz, cerrar los ojos e imaginarlo aquí, justo a su lado.
Y prisionera de un tiempo erróneo, se deja llevar por esas letras, se deja envolver por esa lectura con la que tan idetificada se siente, ignorando que en este momento está rompiendo la promesa que aquel 22 de Enero se prometió a sí misma, la de no volver a enamorarse nunca más, esta vez, sin saber, que ahora lo estaba más que nunca;

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